¡Qué cierto es eso de que hay días tontos... y tontos todos los días!
A ver, niños y niñas, hoy vamos a explicar cómo NO se deben usar los percentiles y la diferencia entre hacia adelante y hacia atrás o entre hacia dentro y hacia fuera. Para ello imaginaremos una clínica. En esa clínica trabajan 10 personas:
- La limpiadora 1, que cobra 900 euros al mes.
- La limpiadora 2, que cobra 900 euros al mes.
- El limpiador 1, que cobra 905 euros al mes.
- El limpiador 2, que cobra 905 euros al mes.
- La enfermera 1, que cobra 910 euros al mes.
- La enfermera 2, que cobra 910 euros al mes.
- El enfermero 1, que cobra 915 euros al mes.
- El enfermero 2, que cobra 915 euros al mes.
- Una doctora que cobra 920 euros al mes.
- Un doctor que cobra 925 euros al mes.
Un buen día el doctor dice:
- ¡Ya estoy harto! ¡A la huelga!
A lo que el ¿representante sindical? de la clínica le responde:
- ¡Cómo te atreves, sinvergüenza! Tú solo quieres dinero, y estás en el percentil 90 de los niveles salariales. ¡Ningún derecho tienes a la huelga, malandrín!
A ver, niños y niñas, si somos capaces de explicar el concepto:
Para establecer los niveles salariales de los trabajadores se deben tener en cuenta la complejidad de la tareas realizadas, el nivel de formación inicial y la formación continuada que se necesitan para realizarlas adecuadamente, la disponibilidad requerida, la responsabilidad asociada, etc, etc, etc. Entre estos muchos etcéteras NO se encuentran que el trabajador sea alto o bajo, rubio o moreno, blanco o negro, ni hombre o mujer. Tampoco está el percentil en que se encuentre actualmente el nivel salarial. Y no lo está porque el percentil es un efecto o consecuencia del establecimiento de dicho nivel, y NO una causa del mismo.
No hace falta tener una titulación en estadística ni ser especialmente espabilado para darse cuenta de que esto es así. Basta con fijarnos que es imposible decir en qué percentil se encuentra un salario antes de haber fijado este (¡y que el efecto es siempre posterior a la causa!).
Y bien, niños y niñas, ahora que ya sabemos corregir a quien maneje este concepto de un modo tan ridículamente equívoco, pasaremos a analizar la diferencia entre hacia adelante y hacia atrás o entre hacia dentro y hacia fuera con el siguiente ejemplo.
Un buen día la doctora, las enfermeras y las limpiadoras dicen:
- ¡Ya estamos hartas de cobrar menos que los hombres por realizar el mismo trabajo! ¡A la huelga!
A lo que el ¿representante sindical? de la clínica les responde:
- ¡Cómo os atreveis, sinvergüenzas! ¡Comparad lo que tenéis aquí dentro con lo que hay ahí fuera! ¿No os sentís privilegiadas por poder trabajar en condiciones de CASI igualdad con los hombres? Aquí no solo se os permite trabajar sino que además se os da un sueldo y ni siquiera se os obliga a vestir un burka. En la perra actualidad que se vive afuera, ¡ningún derecho teneis a la huelga, malandrinas!
Ahora nuestro torpe ¿representante sindical? imaginario está cometiendo el error de comparar hacia dentro y hacia fuera cuando debería estar comparando hacia adelante y hacia atrás. Nuestro torpe ¿representante sindical? imaginario debería comparar "hacia dentro" y "hacia fuera" únicamente para darse cuenta que lo mejor es pensar las tonterías hacia dentro y las cosas inteligentes hacia fuera. (Así se queda mejor). Pero nuestro torpe ¿representante sindical? imaginario lo que debería comparar es hacia adelante y hacia atrás para decidir hacia dónde quiere orientar sus esfuerzos y si quiere o no apoyar unas reivindicaciones justas (hacia adelante) que permitan a las trabajadoras avanzar, progresar o mejorar. Nuestro torpe ¿representante sindical? imaginario debería entender que quedarse mirando hacia atrás hasta que llegue el último no es la mejor forma de ir hacia adelante.
Agraciadamente, aquí no tenemos representantes sindicales tan torpes, porque, de lo contrario, serían capaces de decir que la DGA no debe darle ni un euro más a la Universidad de Zaragoza, que es injustificable, insolidario e inoportuno apoyar a una institución de enseñanza superior mientras quede un solo analfabeto en el mundo entero. Menos mal, porque con torpes así... ¡apañaos iríamos!